El poeta es un profeta.

 

En el silencio Dios me revela lo que el común no puede ver. Lo descubrí plenamente el año pasado, buscando y pregúntandole a Dios ¿cuál era mi ministerio? yo aseguraba que ser maestra era mi ministerio dentro de la iglesia cristiana porque antes yo ya había ayudado en la escuela dominical y me gustaba todo eso de aprender, de leer, de enseñar a los niños las historias de los personajes de la Biblia. 

En el silencio me encuentro con Dios , no son necesarias las palabras entre Él y yo, solo lágrimas derramadas desde lo más profundo de un corazón en agonía. Dios me revela la verdad, Dios me revela lo oculto, Dios me revela el pecado escondido, es como el movimiento de las piezas del ajedrez, como armar un crucigrama de miles de piezas, como entrar a un laberinto para encontrar la salida. Lo inentendible es descifrado. 

Dios me confirmo que mi ministerio es profeta. Fue como una iluminación. Dios me revela la verdad. Ya desde antes venía recibiendo estas señales pero desde pandemia se hizo más fuerte. Puedo discernir de inmediato cuando una persona es usada por Dios o por demonios, cuando se predica la Palabra por intermedio del Espíritu Santo o es palabra de hombre. Dios me dio el don con el que puedo ver más allá, puedo ver quien opera detras. 

En el silencio mi encuentro con Dios es como la explosión de miles de galaxias, es el grito del silencio, sin chillidos ni pataletas ni cantaletas. Es como el rayo de luz que destella refulgente y fugaz cuando la revelación me muestra las imágenes de la verdad.

Es hora de salir de mi cueva.